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Tu presencia y tu ausencia sombra son una de otra, sombras me dan y quitan

Presagios. 1923

Pedro Salinas

La vida del hombre se puede trazar siguiendo aquello que perdemos. Desde nuestro mismo nacimiento, en el que perdemos la seguridad del amnios materno hasta el inevitable final en el que perdemos nuestra propia existencia.

 

En ocasiones sufrimos privaciones sobrevenidas. Y en otras circunstancias somos nosotros los que perseguimos perder delibera-damente.

 

Esas ausencias, sean devenidas o pretendidas, pueden ser emocionales, físicas, psicológicas, de la inocencia, del tiempo, etc.

 

Pero de todas ellas siempre queda un rastro, un sedimento, el poso de presencia de esa ausencia.

No inventemos sus aguas. Ni intentemos adivinar torpemente sus cauces deliciosos, sus escondidos remansos. De nada vale hacerse familiar con ella. Volvámosla a su antigua y verdadera presencia. Venerémosla con las oraciones de antaño y volverán a conocerse sus rutas ciegas en donde el silencio desarrolla su líquida especie. Las grandes aves harán de nuevo presencia sobre nuestras cabezas y sus sombras fugaces apagarán suavemente nuestros ojos. Desnudo el rostro, ceñida la piel a los huesos elementales que sostuvieron las facciones, la confianza en la muerte volverá para alegrar nuestros días

 

Álvaro Mutis. 1952

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