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SUBLIMINAL

SER Y ESTAR,

VER Y MIRAR

 

El sociólogo, crítico cultural y teórico del cine Siegfried Kracauer hablaba en los años 20 del siglo pasado sobre la abundancia de detalles visuales incluidos en una fotografía y, refriéndose a ella, decía que esta categoría artística incitaba la pereza intelectual del vidente, ya que la información que se nos ofrece y los pormenores son tantos que no es necesario estimular la imaginación para comprender los rasgos que aparecen en la misma. Por tanto, según Kracauer, instalado siempre en el mundo de la realidad y los escenarios que la circundan, la fotografía no es el medio ideal para comunicar sucesos, pasando a ser un elemento puramente superficial [1].

 

Pero el mismo autor refiriéndose a las imágenes fotográficas abstractas dice que obligan al espectador a interpretar, cuestionándose aquello que la imagen le transmite. La mente humana debe trabajar para discernir y criticar lo que está contemplando.

 

No podemos afirmar que las fotografías que nos ofrece Álvaro Pérez Mulas sean completamente abstractas, ya que si las observamos detenidamente, podremos identificar el objeto o superficie que representan, pero no obstante, su trabajo, si requiere un esfuerzo de interpretación y adivinación de lo que en realidad nos está ofreciendo, un sentido diferente de aquel para el que fue concebido el objeto representado.

 

Frente a una fotografía que se ha caracterizado por la afinidad de las imágenes a la realidad, cuyo principal objetivo ha sido representar objetos y fenómenos con la mayor fidelidad posible a lo encontrado en la naturaleza (asociado en el momento actual a la noticia y a la información), las imágenes de nuestro artista, como indica Gottfried Jägger: renuncian al objeto reconocible, al momento decisivo, a la perspectiva convencional, a la precisión del detalle. No persigue la verdad automática, sino algo muy distinto [2]. Y es que la cámara es capaz de capturar aquello que al ojo humano le resulta inaprensible, desde el más amplio paisaje al más nimio de los pormenores.

 

En muchas ocasiones ya no somos capaces de distinguir la realidad de la ficción. Gracias a los programas de retoque fotográfico se nos ofrecen imágenes alejadas de la realidad primitiva y orientadas a nuestro gusto o nuestra voluntad según la manera requerida por los poderosos. En la gran mayoría de las ocasiones ni siquiera ponemos en cuestión la imagen que se nos vende. La reproducción pasa a ser un objeto más de consumo, que crea modelos alejados de una realidad a la que cada vez se presta menos atención, asociando cánones y estereotipos con distinción social o triunfo personal. Por eso estas imágenes del artista nos invitan a cuestionar la realidad, al igual que otros artistas a principios del siglo XX, se plantea la fotografía como un método de búsqueda con un lenguaje propio, que exprese de una mejor manera su yo interior.

 

La fotografía de Perez Mulas se debe a una experimentación intencionada con la realidad, sus objetos y sus sombras, establecen un límite entre lo reconocible y lo abstracto, buscando un fin concreto en el conjunto. Cada una de las imágenes de forma aislada representa una parte de un objeto o superficie, que pasa desapercibida por completo al ojo del espectador que camina por la calle, en la que seguramente no reparamos, pero en su conjunto esa imagen individual está buscando una nueva interpretación, algo más que la simple contemplación del arco de una portería de fútbol, una señal pintada en el suelo o un banco del parque. Cada imagen trabaja en la búsqueda de un mensaje, no solamente que recapacitemos sobre aquellos objetos que forman parte de la vida cotidiana y sobre los que no prestamos la más mínima atención, sino que el todo también tiene sentido.

 

En los últimos años Pérez Mulas ha trabajado encontrando y fotografiando modelos que semejen las letras del abecedario y ha conseguido descubrir en lo insignificante el sentido que estaba buscando. Lo individual, que también merece nuestra atención, hace que el colectivo adquiera sentido y nos inquiera para mover nuestra mente, para cuestionarnos la realidad que se nos transmite, para discernir si simplemente miramos y pasamos de largo o somos capaces de llegar más allá y ver lo que la alineación de fotografías es capaz de transmitir.

 

Por eso las fotos de Pérez Mulas se acercan al mensaje de Kracauer, no todo está hecho, debemos poner algo de nuestra parte, su trabajo invita a participar activamente, caminando, componiendo en la mente, para poder interpretar lo que el artista quiere transmitir, un cúmulo de imágenes cuyo mensaje, una vez analizadas,  podamos discernir y criticar. Como decía Walter Benjamín la fotografía es capaz de desarrollar, de crear una forma narrativa y un lenguaje propios.

 

Rafael López Borrego

[1] Kracauer, s. “Photography” in “The Mass Essays”, Harvard University Press, Cambridge, 1991, p51.

 

[2] Jägger, G. Fotografía Abstracta. Exit :Imagen y Cultura, Nº14. 2004 . p107

Instalación de 23 fotografías colocadas para provocar la lectura

Las fotografías verticales tiene un tamaño de 90x60 cm y las horizontales de 90x135 cm

Comisario: Javier Panera

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